Hellou nubecitas esponjosas:
¿Que tal ha ido la semana? Yo un tanto decepcionante, la verdad. Pero bueno, aquí estoy en los madrigales intentando relajarme un rato mientras hago un trabajo un tanto pesado. Y ahora estoy escribiendo esto antes de irnos de fiesta por los madriles. Vamos a ver que se cuece por la capital de España.
En este trozo os paso un poco del primer capitulo de la última historia que subí al blog. ¿Porque? Pues porque me motive un poco la última vez escribiendola y quiero saber si me he pasado de rosca o si por el contrario está interesante.
Espero que lo disfruteis y que tengais buen finde.
Saludos.
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- A cambio de una botellita de
sangre pura y virgen terriblemente dulzona – susurró Catherine volviendo en un grácil salto hacía su sillón. -
¿no?
¿Que tal ha ido la semana? Yo un tanto decepcionante, la verdad. Pero bueno, aquí estoy en los madrigales intentando relajarme un rato mientras hago un trabajo un tanto pesado. Y ahora estoy escribiendo esto antes de irnos de fiesta por los madriles. Vamos a ver que se cuece por la capital de España.
En este trozo os paso un poco del primer capitulo de la última historia que subí al blog. ¿Porque? Pues porque me motive un poco la última vez escribiendola y quiero saber si me he pasado de rosca o si por el contrario está interesante.
Espero que lo disfruteis y que tengais buen finde.
Saludos.
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“La raza humana es repugnante”
>Esa
fue la primera frase que aparece en mis memorias. Recuerdo la suave brisa
teñida del basto olor a sangre. Aun mis sentidos no estaban totalmente
desarrollados, por lo que la sensación no era precisamente, agradable.
Nuestra raza estaba a punto de entrar en guerra con los
otros líderes ilegítimos. Los asquerosos licántropos, también llamados hombres
lobo o como quiera que los llamen. No sería una guerra realmente divertida, sin
embargo a nuestra raza, nos gusta demasiado la destrucción, el combate, la
sangre... Se puede decir que somos una especie a la que nos gusta el sadismo,
la perversión... Somos feroces y crueles por naturaleza, pero no luchamos
contra nuestra esencia, porque ella es la que nos caracteriza y al igual que
nuestros hermanos y enemigos, nos dejamos llevar por ella.
Y en medio de todo, como siempre, están los lindos parásitos
llamados humanos. Son una raza evolutiva que lo único que causa es
destrucción... Creo que por eso son nuestras dulces carnadas, nuestro alimento
más preciado. Su sangre nos da vida, un atisbo de energía a estos cuerpos
muertos que se rigen por el instinto de supervivencia y además ayudamos a que
haya un poco menos de destrucción en este hermoso mundo.
Pero todos sabemos lo imbéciles que son los humanos ¿No?<
- Sigue sin contestar a la
pregunta, Señorita Clavson
-¿No dijo que le contara desde el
principio? – contestó Catherine
Con cierto nerviosismo, los científicos se miraron, acomodándose
al mismo tiempo en el asiento de metal que cada uno ocupaba. El suspiro de ella
les causó un escalofrío, provocando en la frívola dama una sonrisa macabra.
Lentamente, Catherine se acerca al cristal que la separaba de los científicos,
apoyándose delicadamente en sus blancas y finas manos.
Estaba hambrienta y en ese instante le daba igual beberse
dos miserables cuerpos plebeyos de sangre amarga.
- Le preguntamos como había
comenzado la guerra que causó la desaparición de su raza, Su Alteza – dijo el
científico con las gafas de culo de vaso, intentando hablar con un tono de voz
imponente.
Sin atisbo de temor, como si se tratara de su presa, la
joven dirigió la mirada hacía el científico, relamiéndose los labios mientras
se movía alrededor del cristal que los separaba. El terror se asomaba en los grandes
ojos de los científicos, que comenzaban a temblar ante la provocación de la
vampiresa.
"Una dulce y pícara sonrisa" |
No pudiendo contestar con palabras a causa del pánico, el
más joven de los hombres afirmó con un ligero cabeceo de cabeza. Como si de un
interruptor fuese, los ojos de Catherine se aclararon a un tono de rojo más
ceniciento y los músculos de su cuerpo se relajaron, dejando entrever una dulce
y pícara sonrisa.
- De acuerdo – dijo, balanceando
las piernas en el borde de su cama – Comenzaré entonces por mi adolescencia, la
cual fue marcada por mi concertado matrimonio.
>> La familia Clavson
era la última familia sucesora de los originales, es decir, los primeros
vampiros que aparecieron en este basto mundo. Mi abuelo, que en paz descanse,
fue “matado” por el árbol madre o también llamado “Espino” o “Roble Blanco”,
del cual esta habitación está repleta. El creó toda la sede de vampiros, junto
con su hermano y otra humana, la cual mi abuelo le dio el don de convertir.
Pero, siguiendo con lo que queríais, nosotros éramos los
últimos de nuestra especie. Los otros monstruos eran seres inferiores que nos
eran fieles, leales y nos honraban con tal devoción, como si fuéramos dioses.
Aunque debíamos andar con pies de plomo ante ellos, porque a la mínima que
tuvieran la oportunidad, nos hubieran hincado el diente como al mayor de los
trofeos.
Sin embargo, la sangre de licántropo es prácticamente igual
de valiosa que la nuestra. No creáis que podéis manipularla a vuestro antojo,
es igual de inaccesible que la mía. Solo seres como nosotros podemos succionar
toda la esencia de dicha sangre. Por ello debíamos protegernos entre nosotros,
o eso es lo que pensó mi querido abuelo ante las incesantes muertes que pudo
observar durante tantos milenios de todas las especies vivientes y que
existieron. Según él, el ancestro de los canes estuvo de acuerdo ante tal
acuerdo.
Como sello de tal propuesta, los dos prometieron fidelidad,
cada uno de sus respectivas razas, a que no se atacarían entre ellos y se
protegerían de futuras guerras con otras razas, haciendo un matrimonio. La
mujer sería vampiro, ya que tal es su rapidez, inteligencia y fuerza como la del
hombre licántropo. Las vampiresas no se dejan llevar por el deseo de poder, al
igual que los hombres-lobo son seres racionales ante cualquier situación. Cada
raza tiene sus más y sus menos, pero somos unos rivales bastante bien
compensados para la lucha.
Tal tratado tenia que cumplirse, aunque había un problema:
un vampiro y un hombre lobo es imposible una relación sexual, además de que es
asqueroso y repugnante. Por lo tanto, acordaron elegir una pareja cada uno para
que fuera solamente su pareja sexual y en casos excepcionales, tales como la
procreación de las siguientes generaciones líderes.
Mis padres, Benneth
y Lilith no fueron una
excepción. Aunque mi instinto me hiciera odiar a mi padre “adoptivo” por así
decirlo, le cogí cierto... Respeto, o apego, como queráis llamarlo. Mi hermano,
Atherton era el Jefe de 1º
rango de la armada especial del equipo estrella. En pocas palabras, era el que
se encargaba de la seguridad de mi familia. Su esposa Lumber, como no, licántropa, era la Jefe de 1º rango de la armada
especial del equipo luna, es decir, protegía a la línea sucesora de los
licántropos.
Pasando todas las formalidades y demás, ya que sabéis un
poco de como estaba la cosa y queréis que vaya al grano, empezaré por el
principio del problema.<<
- La rivalidad – dijo un científico
- La sed de sangre – dijo el otro
científico.
Como si de una alarma se tratara, todas las cámaras de la
habitación se movieron rápidamente hacia los científicos, para acabar en la
risueña vampira, que aplaudía no con demasiada emoción para la que aparentaba.
- Buenas respuestas, pero no –
rió Catherine al mismo tiempo que se ponía de nuevo de pie.
>> Yo estaba en pleno entrenamiento, ya entrada en la
“adolescencia” como vosotros llamáis. Aunque todos los de mi familia contábamos
con protección, debíamos desarrollar nuestras características sobrenaturales y
saber defendernos de cualquier contratiempo. Era más bien como una tortura
tanto física como mental. Nos abstenían de alimentarnos, nos clavaban estacas
de distintos tamaños por diversas partes del cuerpo, hacían enfrentarnos unos a
otros, en resumen, potenciar nuestra resistencia a nuestras debilidades. No
tenían piedad alguna con ninguno de los que asistíamos al entrenamiento. Mi
familia estaba obligada, sin embargo había muchas más familias de “nobles” que se presentaban, ya sea por
el honor de su familia o por placer a servir a su patria. Los nobles eran cierta especie vampírica que
solo, al igual que nosotros, se relacionaba con vampiros de su misma sangre. <<
Los científicos miraron estupefactos ante la confesión de la
vampiresa.
- Os…¿os acostabais con los de
vuestra misma sangre?
Ella sonrió, como si fuera algo de lo más normal del mundo.
Una mueca de asco asomo en la cara del joven, consiguiendo que se levantara y se
apoyara en la puerta que conducía al exterior, mareado. Catherine lo siguió con
la mirada, curiosa ante su reacción. El más mayor se dirigió hacia él,
preocupado.
- Si aun voy por el prólogo de la
pregunta - dijo Catherine, en tono burlón. Se cruzó de piernas, aun sentada en
el borde de la cama, sin apartar la mirada de sus investigadores.
<3
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