Hola holita Nubecitas Esponjosas:
Hoy os traigo un pequeño corto, que espero que se desarrolle más, si la trama os gusta. Lo curioso es que se me ha ocurrido mientras estaba haciendo un trabajo sobre estética de la música (filosofía musical) y buscando información he visto una imagen un tanto curiosa y de ahí... mi imaginación ha fluido. Debo admitir que cuando escribí rapidamente la trama entera de la historia pensé: "Se parece un poco a Inuyasha, a Shaman King y a D.Gray Man..."
Pero bueno, yo lo he escrito, me ha gustado y quiero desarrollar la historia para ver como evolucionan mis personajes. A sido tanto la emoción que tengo por la historia que hasta he echo un dibujo de la protagonista. Lo pondré al final de la entrada (no está pintado porque no tengo ni pinturas ni creo que quedaría bien del todo).
Espero que disfruteis.
P.D. Iba a subirlo el Lunes pero no me convencian los nombres (aun tengo algunas dudas). Lo siento.
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Hoy os traigo un pequeño corto, que espero que se desarrolle más, si la trama os gusta. Lo curioso es que se me ha ocurrido mientras estaba haciendo un trabajo sobre estética de la música (filosofía musical) y buscando información he visto una imagen un tanto curiosa y de ahí... mi imaginación ha fluido. Debo admitir que cuando escribí rapidamente la trama entera de la historia pensé: "Se parece un poco a Inuyasha, a Shaman King y a D.Gray Man..."
Pero bueno, yo lo he escrito, me ha gustado y quiero desarrollar la historia para ver como evolucionan mis personajes. A sido tanto la emoción que tengo por la historia que hasta he echo un dibujo de la protagonista. Lo pondré al final de la entrada (no está pintado porque no tengo ni pinturas ni creo que quedaría bien del todo).
Espero que disfruteis.
P.D. Iba a subirlo el Lunes pero no me convencian los nombres (aun tengo algunas dudas). Lo siento.
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“El bosque siempre ha sido tranquilo” pensó Emmeline al
principio de lo que antes solía ser la entrada a la senda para adentrarse al
Bosque OniShiro. Las columnas blancas, cubiertas de una gran masa de hojas y
enredaderas, apenas se mantenían en pie intentando completar lo que no hace
mucho fueron unos preciosos arcos con inscripciones arcaicas.
Sin cambiar su expresión, Emmeline se adentró al bosque, aun
siendo de noche. Nadie se metía dentro de la arboleda por propia voluntad y
menos a oscuras. Decían que estaba encantando, repleto de espíritus, demonios y
seres malévolos que solo querían comerte el alma, dejando el cuerpo para los
animales carnívoros y carroñeros. Pero ella ya era prácticamente parte del
bosque. No tenía miedo de ninguna criatura mortal o sobrenatural. Ya no.
- Ya estoy en casa, Shira. - susurró la joven, alzando la
vista hacia un gran árbol mientras bajaba la bufanda a la altura de su
barbilla.
Las luciérnagas y demás seres luminosos hacían de ese
pequeño descampado, donde en el centro se encontraba un enorme árbol, un sitio
de paz y tranquilidad en ese recinto macabro y espeluznante. En la corteza de
dicho árbol, una figura se podía distinguir entre sus pliegues; una que formaba
la cara de un hombre, con largas orejas puntiagudas, como las de un gato; su
pelo se perdía entre la textura original del árbol, largo.
Notaba los cientos de ojos que la observaban desde entre los
árboles, acechándola, esperando un momento de debilidad para capturar su alma y
las que estaban ligadas a ella. Pero hoy no sería ese día. De entre sus
cabellos rubios, se elevaron un par de mechones de un color más cobre, de los
cuales, unas sombras no muy definidas, aparecían a su lado, sin que ella dejara
de acercarse al árbol.
- Ama, no deberíamos estar aquí - dijo una de las siluetas,
con voz aguda pero masculina.
- Es cierto, Miss Emmeline - contestó otra, mucho más grave
y profunda. - Aunque desee ver al amo Oni, estamos en peligro y no creo que él
quisiera que estuvierais por aquí.
- Foster, Ïvar - respondió ella, ante sus advertencias, parándose
a pocos metros del rostro que dibujaban los pliegues de la corteza. - Tengo que
seguir protegiendo el lugar de Shiraga. Si tenéis miedo, os permito marcharos.
Aun estáis a tiempo.
- Si Goab continúa con vos, mi Ama, nosotros le seguiremos a
donde usted vaya.
- Hicimos un pacto, Miss Emmeline - carraspeó Foster,
retumbando su voz rasposa en los oídos de la joven - Estaremos contigo hasta el
final.
Ella sonrió. De entre las ramas, apareció un pequeño zorro
con varias colas revoloteando lentamente detrás de su cuerpo. Con un ligero
salto, se posó en las manos de Emmeline, aun sonriente y se introdujo en su
vientre, como si de polvo se tratara.
-Bienvenido de vuelta, Goab.
Foster e Ïvar se disolvieron de la misma forma, dejando caer
sus cabellos en sus hombros delicadamente, como si los hubiera levantado una
pequeña brisa. Suspirando, se sentó a los pies del árbol, el cual, reflejaba en
sus millones de hojas la luna que pertenecía como satélite de la tierra.
Extendió los brazos, dejando caer las diversas vendas que lo ocultaban.
Escondían el aspecto grotesco que tenían, de un color rojo, con varios puntos
brillantes que parecían que palpitaban al ritmo de su corazón. Pero no era el de
ella.
- Shira… - pensó ella, invocándolo en espíritu. El broche
que llevaba a la altura de su corazón comenzó a brillar, a la vez que sus
brazos comenzaron a agrandarse e iluminarse de la misma manera. En unos
segundos, un joven de tez blanquecina, cabellos blancos al igual que la nieve y
orejas de gato, salió de la corteza del árbol, sin dejar que se desfigurara.
Inspiró, como si un espíritu pudiera coger aire y respirar. Cuando abrió los
ojos, se encontró con los mismos ojos marrones de los que se enamoró, nada más
verla.
- Mi dulce Emmel… - susurró el joven demonio, encerrado en
la planta, como si se tratara de leve soplo de aire.
- Shira…. - alzó la mano, intentando tocarlo, pero su imagen
se difumino en cuanto se acercó a él.
Aguantando las lágrimas, se levantó, mirando a su misma
altura a su demonio. Porque él era suyo y ella era de él. Porque lucharía por
liberarlo, aunque ello costara su propia libertad. Ella fue su debilidad en el
pasado, pero ahora sería su punto más fuerte.
- Te protegeré… - dijo Emmeline, decidida.
- Emmel… No eres un príncipe azul…
- Soy tu salvadora, Shira. Derrotaré a Ori y te sacaré de
ese conjuro que te tiene atrapado. No permitiré que te arrebaten de mi lado.
Intentando darle un beso, se difuminó al contacto con la
cabeza de ella y volvió su espíritu a donde residía su cuerpo, dentro de ese
hermoso árbol. Emmeline miró fijamente el lugar donde se había desvanecido su
amado, prometiendo que ella no se rendirá hasta liberarlo. “Ahora me toca a mi,
Shiraga” pensó.
- Estaré siempre contigo, mi dulce Emmel… - oyó en su mente.
Se miró sus brazos. Esos feos brazos, antinaturales,
sobrehumanos, demoniacos. Shiraga le había otorgado parte de su poder para
poder protegerse hasta encontrar una manera de deshacerse de su hechizo. Podía
invocar el poder de Shiraga con esos brazos. Había sacrificado sus delicadas
manos, haciendo un pacto con un demonio. Pero él era su amado demonio.
- Valió la pena.
Se enroscó las vendas en sus brazos, intentando ocultar un
poco su fealdad y a la vez curando sus leves heridas que se produjeron hace
unos días. Se tocó el vientre, donde había sacrificado su sistema respiratorio
por hacer un trato con Goab. Aún tenía los pies y los hombros doloridos de los
dos últimos pactos, pero sabía que con Foster y Ïvar estaba a un paso más cerca
de poder ganar el campeonato.
- Valió la pena - se repitió, colocándose su pelo, ahora
volviéndose un poco más cobrizo. Cuantos más pactos hacía, mas rojizo se le
ponía. “La sangre llama a la sangre” recordó. ¿Acabaría con los cabellos rojos?
O lo que es peor ¿Sucumbiría a los deseos que provoca estar tanto tiempo con
demonios, sedientos por almas?
Canalizó un poco de la energía de Shiraga para reactivar los
amuletos de sus botas, las cuales alejaban los demonios de bajo rango que
utilizaban el mero hecho de existir para absorber tu energía y matarte. Echó un
último vistazo a donde se hallaba Shiraga. Él nunca había querido que se
apuntara al torneo, pero tenía que hacerlo. Era la única manera de conseguir
derrotar a Ori, el actual rey de los demonios y el causante del hechizo que
encerraba a Shiraga.
- Lo derrotaré y tu te convertirás en el próximo Rey
demonio.
Inspiró fuerte y cogiendo la mochila con reservas que los
diminutos seres de luz que habitaban alrededor del árbol encantado y aun se
atrevía a acercarse a Emmeline, les había preparado. Sonrió.
- ¿Estáis preparados?
- Si, Ama.
- Adelante, Miss Emmeline.
- Grouf.
- Ya no hay vuelta atrás. - emprendió el camino - Hasta
pronto, Shiraga.
<3