miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cuentame tu historia IV

Queridas nubecitas esponjosas:

En unas semanas será navidad. Unas festividades muy esperadas por algunos, no tanto para otros. Yo estoy en un término medio. Estoy feliz porque será mi cumple ( aunque me haga más vieja, siempre me junto con mis seres queridos ), aunque este año estaré sola en mi casa T-T. Y estoy triste porque el día antes de nochebuena, hace un año, murió mi tio Carlos, el único que tenía fe en mi y en mis manos de pianista. Asique sip, tengo sentimientos mezclados.

Pero hoy venimos con un "Cuentame tu historia". Un personaje que parece un tanto sombrio y con poca alegria, pero haremos lo que podamos con él. Os dejo los datos del personaje y os vuelvo a informar, de que estais invitados todos a participar en la iniciativa. Si pinchais en la primera imagen a la izquierda del blog, os llevará directamente hacia la pagina oficial.

Ficha del personaje:

Físico: estatura pequeña, ropa vieja, desgastada y rota (sudaderas grises, vaqueros negros, camisetas monocolor)
Personalidad: sumiso, callado, silencioso, deprimido
Edad: 15 años

Vamos a ello.
Espero que disfruteis y que me deis vuestra más sincera opinión.

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"¿Quieres cambiar de vida?"

¡Cuantas veces en la vida había pedido que alguien me dijera esa simple pregunta!

Desde que era pequeño nunca e sido muy agraciado, por así decirlo. Nunca e tenido buena suerte, si lo quereis llamar así, aunque nunca e creido en esas cosas. Me creí practicamente solo. Padres alcoholicos, pero lo suficientemente listos para que los de recursos humanos no se den cuenta para poder sacarme de ese infierno a lo que otros lo llaman "hogar".

A causa de ello, me volví callado, silencioso, intentando pasar desapercibido. La gente no notaba mi presencia, apenas tenía contacto con el ser humano y ellos tampoco tenían intención de acercarse a interactuar conmigo. No daba mucho que desear con mis ropas de tonos grises, desgastadas y viejas. Pero tampoco me importaba. Solo soy un niño de 15 años.

Mi actitud sumisa hacia que los matones típicos de los colegios no la tomaran conmigo y eso facilizaba todavia más las cosas para pasar invisible de la sociedad. Solia mirar desde cualquier rincon, solitario, la vida de mis compañeros pasar: sus discusiones, sus risas, sus peleas, sus lloros. Era como ver muchas peliculas a la vez, aunque tampoco prestara realmente atención.

Después del colegio, solía quedarme en un parque a unas manzanas de mi casa. No quería llegar pronto a ella y dejarles rienda suelta a mis padres para que abusaran de nuevo de mi. Llegar tarde a casa era el mejor remedio para no entrar allí. Me gustaba ese parque, lleno de arboles que hacian sombras gigantescas y podías conseguir un poco de silencio, de paz.

Pensé que hoy sería igual que todos los demás, porque al principio del día, lo fue. Los ruidos de botellas rompiendose me despertaron, junto con las voces de mis padres gritandose. Sabiendo lo que me esperaba, cogí las primeras ropas que encontré, bastante viejas y deshilachadas. Varias botellas en el suelo consiguieron que me tropezara, pero por suerte las rodillas estaban cubiertas y no se verían mis heridas. Intenté desayunar en algún lugar donde no me encontraran, sin embargo, cuando estaba por salir por la puerta, unos cuantos gritos me llegaron.

El colegio no fue distinto. La gente iba en su mundo, olvidandose de los demás y de mí. En un momento determinado entré en el lavabo y algunos abusones estaban golpeando a un chaval que nunca había visto. Con un simple "pierdete" salí sin prisa. Ya tenía bastante con gente violenta en mi familia, no podía hacerme el heroe fuera de mi casa. Las horas pasaron, consiguiendo que un pequeño deseo naciera en mi interior, por primera vez. Una chispa de entusiasmo, por que pasara rapido ese tormento y pudiera ir al unico sitio donde sentía paz, tranquilidad.

Y aquí estoy, suspirando; Inhalando el oxigeno que me dan tan felizmente los arboles. Tan pasivos como yo. Pero, una sombra me tapa de repente el sol, que era el unico que me daba energías para seguir adelante. Porque siempre había un rayo al final del tunel.

- Que ropas más sucias llevas hoy, Anaquid.
- ¿Disculpa?

No puedo distinguir bien la sombra, pero la voz me es familiar. Una pequeña risa un tanto ronca sale del transeunte, dejandome más confuso.

- Creo que ya es hora de cambiar, ¿no crees?
- ¿Hora de cambiar? ¿A que te refieres?

Y una mano se posa delante de mis ojos, incitandome a cogerla.

-¿Quieres cambiar de vida? Ven conmigo.

 Dudo, mirando al suelo. No se quién es la persona que está ante mis ojos, pero su voz... ¿Porque me suena tanto? No es alguien que esté a mi alrededor en mi martirio personal. Es esa voz que e oido en mis sueños, en los que era libre. Pero le vuelvo a mirar. Vuelvo a observar esa mano, tan pura.

¿Que puedo perder?



<3

3 comentarios:

  1. AY, AY, AY, DOLOR Y SUFRIMIENTO. Tenemos que empezar a hacer personajes felices porque parece que incitamos a todos al suicidio temprano o algo así xDDDD Genial, como siempre <3

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  2. ¡Hola!

    El final me ha dejado totalmente descolocada, ¡no me esperaba algo así para nada! Y me ha encantado la descripción del ambiente en que vive, es muy fácil de ver la manera en que este chaval observa el mundo.

    Bss! ¡Sigue así!

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  3. Muy genial historia, aunque triste vida la del muchacho, el final me resulto extraño, me quedo con ganas de un poco más °w° jeje Mientras leía, me hizo recordar a mi época adolescente cuando iba a la escuela...
    Saludos~

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