lunes, 27 de abril de 2015

N&L - Cap. 4 "El cambio ya ha comenzado"

Hola nubecitas esponjosas.

¿Que tal va todo? Yo en época de examenes y tengo a mi abuelo en el hospital, por eso tengo el blog un poco abandonado. Lo siento. Como prometí y como me sugirió Compases Rotos (<3), aquí teneis el Capitulo 4 de N&L, que ya comienza lo bueno. Un principio de capitulo con tensión.

Tampoco tengo mucho que decir. Asique no me voy a enrrollar y os dejo con la historia.
Espero que la disfruteis.
Saludos.

*********************************************************


Estuve todo el viernes por la mañana inquieta, incluso varios profesores me llamaron la atención. Estaba intranquila. Sabía que me olvidaba de algo, porque sentía la sensación de que algo no iba bien, pero no recordaba que me hubiera pasado nada malo, exceptuando el secuestro, pero ya hacia más de una semana de eso. No tenía sentido sentirse así.

Las clases acabaron un tanto lentas. La última clase de gimnasia, incluso con lluvia, había sido agotadora. Night parecía con bastante energía y eso nos causó agujetas a toda la clase. Como siempre, me fui con Miki hacia la esquina donde sus padres lo recogían. Nos llevábamos muy desde pequeños, ya que íbamos a clases extraescolares juntos. Hablando con él, miraba de reojo hacia mí alrededor, aun un tanto paranoica, debo admitir.

Me despedí tanto de Miki como de su madre antes de dirigirme hacia mi casa. Iba por el camino de siempre, evitando cualquier calle “sospechosa” cuando mi madre me llamó al móvil. Tan nerviosa como siempre, me pedía o más bien gritaba que no tardara en llegar a casa y que no me parara por nada del mundo. No pude evitar reírme al colgar. Su preocupación era ya exagerada. Cuando, al mirar al otro lado de la calle, la risa se me fue de golpe.

Ya estaba casi en mi calle, solo quedaba girar un par de esquinas y estaría delante de mi puerta, segura, en mi casa. Podría haber echado a correr, aunque seguramente no habría llegado muy lejos. Estaba echa polvo de la clase de gimnasia. Pestañee varias veces antes de que él sonriera.

En el otro lado de la calle, un chaval de pelo blanco como la nieve que le llegaba por los hombros, le habría confundido con Night si no fuera por ese pequeño dato. Era exactamente igual que él. Me miraba igual que él, pero… me daba la sensación de que quería devorarme. Esa sensación ya me era conocida. La misma cuando me secuestraron. La misma que en la comisaría. La misma que anoche.

Me quedé helada en el sitio, sin poder moverme, como si una fuerza superior me hubiera paralizado. No podía apartar la mirada de sus ojos azules, más oscuros que los de Night pero igual de letales. Él tampoco se movía, ni pestañeaba. Su sonrisa se ensanchó y como si de un rayo me atravesara, el dolor en el pecho volvió, consiguiendo que por fin me moviera pero para arrodillarme en el suelo, intentando controlar el dolor.

Cada segundo que pasaba me costaba más respirar y fue entonces, cuando él empezó a caminar hacia mí, con paso lento. Conseguí levantarme, a duras penas, intentando mantener la compostura. “A lo mejor él no se acuerda de nada. A lo mejor es solo mi imaginación” pensé, cerrando los ojos, intentando imaginarme en mi casa, en mi cuarto, que eso solo era un sueño y aun estaba en mi cama. Pero al abrirlos, él me miraba fijamente a solo un palmo de mí, aun en la carretera, serio.
            - Ho-hola…- dije costosamente - ¿Necesitas ayuda?

No contestó. Solo se dignó a seguir mirándome.
            - ¿Cuántos años tienes? - intenté sonreír, aunque no dio mucho resultado.

Él contestó con una media sonrisa, que solo hizo que me diera peor espina. Debía largarme, salir corriendo a un lugar más seguro, pero no podía. Algo me impedía hacerlo. Solo podía seguir mirándolo a los ojos, que parecían dos pozos sin fondo. Tragué saliva al ver que abría por fin la boca.
            - ¿Y tu? ¿No estarás intentando secuestrarme?

La pregunta me desconcertó un poco. No era muy normal que alguien preguntara eso pero la situación tampoco era muy normal, cada vez más tensa.
            - No…
            - Tengo 18 años
            - Vaya… la misma edad que yo. - contesté sin pensar
            - Oh, que interesante.

Los segundos parecían horas. Ninguno se movía, no pasaba ningún coche, ninguna persona. Parecía que no hubiera nadie más en el mundo. El silencio reinaba el mundo en ese instante, mientras él me seguía observando, como si me analizara. Yo, no podía dejar de mirar esos malditos ojos. Eran hipnóticos.
            - ¿Vives… cerca de aquí? - pregunté, intentando cortar un poco la tensión
            - No
            - ¿Y que haces por aquí?
            - Me gusta pasear - dijo mientras se acariciaba las puntas del cabello - Además, de que quería ver mi futuro instituto.
            - ¡Ah! Entonces nos veremos por ahí. Yo voy al instituto de detrás del polideportivo, ¿ese no?
            - Si… - contestó él, sin mucho esfuerzo por hablar.
            - Entonces nos veremos allí - sonreí, consiguiendo por fin la movilidad en mis piernas. - Hasta mañana.
           
Intentando disimular la rigidez de mi cuerpo, comencé a caminar lentamente, intentando no parecer desesperada por alejarme de él. Sin embargo, en cuanto di un par de pasos noté como me agarraba la muñeca con fuerza, obligándome a girarme y mirarlo a la cara, consiguiendo volver a hipnotizarme con su mirada.
            - ¿No quieres… - siseó, como si de una serpiente fuera, intentando capturar a su pera - Pasear conmigo?
            - Y-yo… Me está esperando mi madre en casa…- miré su mano en mi muñeca, asustada.
            - Entonces te acompaño - dijo al tiempo que me dejaba libre.
            - Tranquilo… - tragué saliva, intentando no volver a tartamudear. - Puedo ir sola
            - No me fío - miró hacia otro lado, perdiendo el contacto visual - Podrían  secuestrarte, Lire - me volvió a mirar, con una sonrisa en los labios.
            -Yo… nunca le he dicho mi nombre - pensé, frunciendo el ceño.

En ese mismo instante, un miedo inundó todo mi cuerpo, haciendo que temblara levemente. Me estremecí cuando su sonrisa se ensanchó al verme temblar, pero ninguno de los dos se movió. De nuevo, la dolorosa punzada en el pecho volvió y llevándome la mano al pecho, agaché la cabeza, intentando ocultar mi dolor al desconocido. Noté como se acercaba a mí, para acariciarme el pelo
            - ¿Te encuentras bien… Kirea?

Levanté la mirada al oír ese nombre otra vez y me encontré con unos ojos azules que, como si de un tornado fuera, se volvían rojos carmesí. Sentí como si me faltara el aire y una punzada aun más intensa se apoderó de mí, haciéndome gritar de dolor antes de desplomarme en el suelo.

Al instante, se escuchó un fuerte chillido de neumático y un motor a bastante velocidad que se dirigía hacia nosotros. Con los ojos entrecerrados pude ver como el chico ni siquiera se movió un centímetro aunque si que dirigió su mirada hacia donde provenía el vehículo. Yo me retorcía de dolor en el suelo. El coche se paró enfrente de nosotros, aunque pensé que nos iba a atropellar, trayendo tras de sí un olor a rueda quemada. De él, salió un chico bastante alto, de tez blanquecina y cabello negro, con unos ojos azules que conocía muy bien.

<3

No hay comentarios:

Publicar un comentario