miércoles, 5 de noviembre de 2014

Pido disculpa + Recompensa (+18, pero solo un poquito)

Buenas queridos visitantes:

Como bien dice en el titulo, pido perdón por mi ausencia, dejando el blog medio muerto (por no decir muerto 100%). Todos somos humanos y tenemos algunos días, semanas e incluso meses en los que todo se concentra y estamos saturados.

Pues eso es lo que me ocurrió a mi, muchas cosas malas en unas dos semanas es muy mala combinación. No es que no pudiera escribir en el blog, pero si que no podía concentrarme en escribir la historia de Victoria y sus amigos y como bien sabeis, si no pongo  todo mi ser en la historia, la borro y vuelvo a empezar, asique no subí nada estos dias.

¿Y vas a continuar con la historia de Olivia? Claaaro que sí, pero hoy os voy a recompensar con un trocito de otra historia, que muchos amigos mios (y lectores) les encantó y dejó con ganas de más. Espero vuestra más sincera opinión y que disfruteis del fragmento.

(En cuanto cuelgue esta entrada, seguiré con Maiga y los demás, ya que ahora empieza la trama de la historia :D)

P.D. Catherine es una vampiro de sangre original (de los primeros vampiros de la tierra ) y {--} es un hombre lobo que ... bueno, ya vereis que relación tienen. Y si, no tiene nombre todavía porque es un personaje que adoro y ningun nombre me parece perfecto para él. (jojojo) Espero que os guste tanto la personalidad de Catherine como a mi (ella es la narradora).

*****************************************************************************



La batalla todavía no había alcanzado su final. Estábamos exhaustos. Había perdido mucha sangre y mi sed aumentaba cada vez más, mezclado con el ansia que tenía de destrucción. Por su parte, la recuperación era dolorosa, ya que la luna no estaba llena. Entonces lo olí.

-         Oh si – suspiré sonriente.

Él se sorprendió al captar con su “gran olfato” lo que yo había olido y el terror asomo en esos preciosos ojos dorados que tanto me fascinaban.
           
-         Ni se te ocurra
-         Alcánzame si puedes.

Tan rápido como pude comencé a correr. No se si fue la adrenalina del momento, que tenía más energías reservadas que {--} o que la sed que sentía recorrer todo mi ser hacía que mi cerebro mandara trabajar a mis células más rápido. Noté en mi muslo derecho como se me empezaba a clavar algo, pero eso no impidió que siguiera corriendo como si me fuera la vida en ello. De pronto caí.

Metí la mano en el bolsillo derecho de mi chaqueta o lo que quedaba de ella y dando una voltereta sobre mi misma en el aire, lancé en todas direcciones varias dagas de plata. Eso me dio más tiempo para llegar a recoger a mi presa.

Cuando llegué a donde estaba, me quedé agazapada detrás de uno de los árboles que había al terminar el bosque, los cuales estaban justo al lado de un parking de un famoso hostal de los alrededores. Me quité el harapo que tenía por chaqueta e intenté disimular las heridas con mi pelo, pero no tenía tiempo de intentar aparentar estar sin un rasguño.

Y la vi. Una adolescente en su más alto júbilo. Por el olor, apestaba alcohol, sin embargo, eso no me echó atrás. Tenía un dulce aroma que  me atraía como la mejor de las mieles a una abeja en su busca desesperada por comida. Iba con un chico, no tan joven. Estaba de suerte, porque ese chico le hubiera dado un destino parecido al que le dí yo, solo que sin placer.

Se apartaron hacia el parking, hacia un coche un tanto destrozado lleno de hojas. Me acerqué rápido pero sigilosamente a la pareja y sin que se diera cuenta el chaval, aparté a la chica hacia el árbol que había detrás de ellos, con cuidado y toqué al viejo para llamar su atención.

El chico se envalentonó en un mal momento. No tenía tiempo de bromas y me estaba costando horrores no romperlo en pedazos, pero su sangre era odiosa y tenía que crear el menor caos posible en la ciudad.

-         No me has visto, no has conseguido a la chica y te fuiste abatido a casa. Ahora, métete en tu cacharro destartalado y márchate antes de que te destroce.

Como un fiel sirviente, hizo caso a lo que dije, dándome rienda suelta para comerme mi suculosa victima. La verdad es que tenia un aspecto espectacular, digna de ser el postre de una princesa y la que me daría las fuerzas suficientes para matar a {--}.

            - ¿Qui-quien eres? – preguntó cuando notó como la cogía del cuello, aun ebria.
            - Tranquila preciosa. – dije lamiéndole los labios – te haré sentir como nunca te han hecho sentir en tu vida.

Me dispuse a besarla mientras le acariciaba esos voluptuosos pechos con una mano y con la otra la metía por debajo de su ropa interior, cuando apareció él.

-         ¡Catherine!

Aparté los labios de mi presa para mirarlo, con los ojos hirviendo en sangre. Ya notaba el calor que emanaba de ella. Estaba lista para ser devorada.

-         Llegas demasiado tarde, querido.
-         ¡Déjala! No tiene nada que ver con esto.
-         Oh, claro que lo tiene. Vas a ver lo que es capaz tu futura esposa.

Le desgarré la ropa, aun con una mano metida en su entrepierna, consiguiendo que gimiera de la violencia que usé. Abrí la boca dispuesta a devorar uno de sus pechos cuando ella se corrió entre mis dedos. La euforia recorrió todo mi cuerpo al notar su sangre caliente llenar mis venas. Presa de la pasión, la besé con fuerza, al tiempo que tapaba la herida de su pecho.

Noté como gruñó y no pude evitar mirarle. Mis ojos relucían del mismo tono carmesí que las gotas de sangré que caían de mi boca, mis heridas comenzaban a sanar y el placer que me había transmitido mi victima no es lo que hizo que entrara en un estado de júbilo. La brutalidad de mi acto estaba poniendo cachondo a {--}. Su cuerpo daba a pensar eso.

-         Catherine…
-         Oh… Mí querido esposo… Asíque te pone caliente la situación – reí lujuriosa – Eres un completo pervertido.
-         No… No es lo que piensas…
-         Eres un hombre después de todo – dije cogiendo a la joven por el cabello, elevándola varios centímetros del suelo – Pero somos bestias querido… y como buena depredadora que soy, tengo que comerme a mi presa.

Como si de un orgasmo estuviera sintiendo, mi pequeño lobo se derrumbó en el suelo con el cuerpo tembloroso, supongo que pensando en lo que yo iba a hacer a continuación. Abrí la boca enseñando mis colmillos y colocando a mi preciosa dama en mis hombros, la estampé contra el árbol consiguiendo un pequeño grito por su parte. Esa era la señal. Separé sus piernas con mi cabeza y comencé a devorarla.

Cuando la chica ya no tenía vida, su sangre comenzó a tibiar. Hice una mueca de asco y la solté, dejando que cayera con un golpe sordo al suelo. Miré a {--}, el cual aun seguía tirado en el suelo, con pequeñas convulsiones. Suspiré abatida. Me había quitado todas las ganas de seguir jugando, porque sin un rival digno con el que luchar, sería aburrido matarlo. Le arranqué un brazo y una pierna a lo que antes fue mi presa y mentalmente llamé a mis fieles siervos. Como esperé, en apenas segundos aparecieron ante mí.

-         Bykov, Wagreiv. Encargaos de ella.
-         Si, mi señora. ¿Qué hacemos con él?
-         Tranquilos, de eso me encargo yo.
-         Si, mi señora.

Seguí mi camino sin preocuparme de mis desechos, aun cargando mis dos premios. Estaba a apenas diez metros cuando lo oí gruñir.

-         Vete…
-         No voy a hacerte daño. Me e cansado de jugar contigo.
-         ¿Te parece que yo estaba jugando contigo? – dijo sin apenas moverse.
-         Claro que sí.

Me acerqué a él a dos o tres metros de distancia, acuclillándome. Le observé durante un rato pero el no dio señales de que iba a moverse.

-         ¿Lo ves? Eres un perrito bueno.
-         Catherine. Déjame en paz.- dijo al tiempo que se incorporaba, quedándose sentado en el suelo enfrente mía.
-         Va, tonto. Toma – dije extendiéndole mis recompensas - ¿Qué prefieres? ¿Muslo o ala?

Me miró estupefacto ante mi amabilidad. Supongo que después de todo lo ocurrido, no se esperaría que compartiera mi presa.

-         ¿Estás loca o algo parecido?
-         Si, puede ser. – sonreí – Todos estamos un poco locos, ¿no te parece?

Abrió más los ojos, los cuales volvían a ser negros como dos pozos sin fondo. Pero su ronca risa me hizo volver a la realidad, consiguiendo que en ese momento yo le mirara perpleja.

-         Si… creo que tienes razón – contestó entre risas
-         Entonces, ¿quieres o no? – dije tendiéndole el brazo – No soy muy dada a regalar mis trofeos…
-         Ya… - susurró aun sonriente mientras lo cogía – Gracias. 
-     Nada.




<3

1 comentario:

  1. Hola me gusta tu blog, si quieres pásate por el mio http://dreamsofmyparadise9.blogspot.com/, ya te sigo.

    ResponderEliminar